El día de ayer tuve la oportunidad de ver y escuchar por primera vez en vivo el Requiem de Mozart en el Teatro Nacional, interpretado por la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Sinfónico.  Fue una experiencia de verdad sublime y que me ha hecho reflexionar mucho.  No pude dejar de imaginar lo que ha de ser vivir un funeral y durante el servicio fúnebre escuchar esta música y palabras que nos recuerdan de nuestra mortalidad, nuestra fragilidad humana pero también, me di cuenta que música como el Requiem no puede escribirse ajeno o sin consciencia de la esperanza de la Vida Eterna.

Escuchar el lamento de la Lacrimosa ante la muerte y la esperanza de un juicio justo y de la resurrección en la parte final con el Sanctus, el Benedictus, el Agnus Dei, Domine Jesu Christe y el resto de las obras nos recuerdan que la muerte no es el fin.  El Requiem nos recuerda que la vida, muerte y resurrección de Jesús nos permiten ver más allá, al día despúes, a la Eternidad….pero no a una eternidad etérea y mística, sino a la restauración de la Creación, a la vida sin pecado, enfermedad, muerte y dolor….a la vida en dónde veremos la reconciliación final de todas las cosas hacia Él….gracias a la paz que Él trajo por medio de la Cruz.

Jesús venció a la muerte, el pecado y al diablo….nos reconcilió consigo mismo y por eso una misa fúnebre como el Requiem nos lleva más allá de nuestra propia mortalidad hacia la realidad de la Vida Eterna que Jesús pagó por nosotros.  Estamos por arrancar Semana Santa…reflexionemos sobre nuestra propia mortalidad a la luz de la propia muerte de Jesús…y dentro de poco más de una semana, levantemos las manos y doblemos rodillas en gratitud y adoración y recordemos al son del Aleluya de Haendel que nosotros vivimos hoy y tenemos la certeza de vida en Aquel Día, porque Él vive y reina por los siglos de los siglos.

El Requiem se presenta hoy viernes 30 de marzo en el Teatro Nacional a las 8pm. Cuesta Q.100 ¡NO SE LO PIERDAN!